sábado, 22 de noviembre de 2014

Otra vez en casa

Como digo en un post anterior, nuevamente hago alusión a la buena asistencia que he tenido en la Residencia Alfaguara de Salar. De allí he salido después de cuatro meses y medio y hoy ya encontrándome en casa tengo una sensación compartida entre la alegría de disfrutar de nuevo de mis cosas y la nostalgia del centro adonde he dejado a unas personas que me han aportado mucho a mi personalmente. Además del personal que me ha atendido, al que doy de nuevo las gracias, he tenido la oportunidad de ver la realidad de la vida cuando nos hacemos mayores y he visto la crudeza de la enfermedad cuando ésta ataca. 

Nunca olvidaré a Paqui....... que comía todos los días en la mesa frente a mi y me daba cuenta cómo luchaba por vivir; pero esto es solo un ejemplo de lo que allí he vivido, pues han sido muchas las cosas que he visto y que han hecho volverme más humana.  También me emocionaba mucho esa Le....... tan enamorada de su marido y él de ella; éste todos los días venia a acompañarla a comer y estaba triste por ver el deterioro que ella iba llevando, día a día. Le...... siempre preguntaba a todo el mundo por su marido y un día en la comida, estando él presente le pregunto: "¿ha visto usted a mi marido?"; él calló, bajó la cara y las lagrimas le corrían por ella. 

Esto a mi hacía emocionarme mucho. Han sido algo más de cuatro meses que no olvidaré por muchas cosas, sobre todo por la humanidad que allí he visto en todos desde que llegue. Sin olvidar aquellas personas que no siendo tan mayores, el alzheimer había hecho de ellos unos niños llorones y caprichosos que muchos llamaban a sus madres para que los vistieran o les dieran el desayuno. 

Esta situación a mi hacía sentirme muy mal por un lado y por otro, le daba gracias a Dios de que aún no me haya llegado ese deterioro.